La caja de cambios
realiza su trabajo para subir o bajar velocidades por actuadores hidráulicos y eléctricos. Todo este proceso junto con el continuo funcionamiento de la caja de cambios provoca fricción entre materiales produciéndose desprendimiento de partículas que ensucian el aceite y obstruye pequeños elementos interiores de la caja de cambios, para evitar entre otros estos inconvenientes y rejuvenecer la caja de cambios debemos sustituir el aceite o ATF.
Los aceites que se utilizan en las transmisiones automáticas se denominan Fluidos de Transmisiones Automáticas (ATF).
Por ello para garantizar la vida de una caja de cambios automática es recomendable llevar a cabo el mantenimiento de la misma que consistirá básicamente en efectuar el cabio de ATF de forma regular junto con el filtro de dicha caja de cambios mejorar en el tacto y suavidad de la caja de cambios y alargara la vida de dicha caja.
Esto puede contradecir las creencias de que a las cajas de cambio automáticas no se les realizar el cambio de ATF, pero dicho mantenimiento preventivo evitará futuras averías donde los primeros síntomas son: brusquedad en los cambios de marchas, la caja cambia demasiado pronto o demasiado tarde, el motor parece que tiene menos potencia o hay que acelerar mucho para salir desde parado.
Con dicha sustitución se conseguirá una óptima transmisión de potencia al motor, buen funcionamiento hidráulico, correcta refrigeración calorífica, correcta respuesta fricción de los engranajes la correcta lubricación de engranajes y rodamientos.
Resumiendo una mejora sustancial del conjunto completo motor y caja de cambios con una conducción para el usuario que volverá a ser como el primer día con la suavidad y potencia del vehículo como debiera de ser.
La frecuencia con la que hacer el cambio de ATF se realizará normalmente entre unos 40.000 y 60.000 km, a no ser que se detecte algo anómalo en dicha caja de cambios.